19. Situaciones de conflicto: llegar tarde

Las situaciones de conflicto han sido y son una realidad en el aula, pues es casi imposible que surjan roces entre los alumnos, o entre los alumnos y los profesores, por el simple hecho de que se encuentran en una situación de convivencia. Ahora bien, sabiendo que estas situaciones son prácticamente inevitables, lo que debe preocuparnos no es la existencia de los propios conflictos, sino las medidas existentes para desactivar o minimizar sus consecuencias.

Los centros educativos, además de ser lugares de aprendizaje, son espacios de convivencia y, como tal, tienen la responsabilidad de abordar conflictos que se producen, como ya he mencionado, fruto de las relaciones entre alumnos y profesores. Por lo tanto, los centros tienen el objetivo de que los alumnos aprendan a vivir juntos, aunque hay que destacar también el papel fundamental que tienen las familias en la tarea de enseñar a convivir en armonía, respetar, tolerar, etc. 

En clase se nos han presentado varias situaciones de conflicto que podrían surgir en el aula, pero me gustaría hablar en este caso de la de llegar tarde a clase, que es la que le tocó a mi grupo de trabajo. 

La situación sería la siguiente: 
Un alumno llega a clase sistemáticamente tarde, después del profesor, especialmente a primera hora
de la mañana. 

Las medidas serían de dos tipos:
  • A corto plazo (en el momento que ocurre)
    • Recurrir a las normas del centro, llamando a los padres para que se reúnan y así saber si los padres están al tanto de la situación. En caso de que los padres lo sepan, se hablará de las posibles soluciones para que se corrija la situación.
    • No llamarle la atención delante de sus compañeros, sino en una tutoría o durante el recreo. De esta forma, el alumno verá la situación más claramente, perderá el protagonismo que tendría si se le regañase delante de sus compañeros, y se podrá involucrar en la solución del problema. Es importante que el alumno perciba que el profesor no quiere perjudicarle, sino ayudarle.
  • A largo plazo
    • Cada día se recoge el registro y a la semana se estudia el número de retrasos que el alumno ha tenido, decidiendo si se trata de un problema importante o no. 
Una vez aplicadas estas medidas, si la situación se siguiese repitiendo, se tomarían otro tipo de medidas que repercutirían, por ejemplo, en la calificación del alumno o en la participación en determinadas actividades complementarias como excursiones, campamentos... En clase se nos ocurrió que cada tres faltas injustificadas, el alumno tendría 0,25 puntos menos en la calificación de la asignatura, aunque podría evitarlo acudiendo una hora por la tarde a la biblioteca del centro y practicar los contenidos vistos ese día en el aula. También consideramos la situación de llegar tarde a un examen: si cuando el alumno llegase al aula alguno de sus compañeros ya hubiese entregado el examen, no tendría opción de presentarse y debería ir a segunda convocatoria; si no se diese esta situación, se le penalizaría con 0,25 puntos menos en el examen. Esta medida, aunque puede parecer algo radical, se aplicaría teniendo en cuenta que esta situación perjudica tanto a sus compañeros como al profesor: los compañeros se distraen por la interrupción, al mismo tiempo que el profesor puede perder el hilo conductor de sus explicaciones. 

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